Como prisionero nací, pero en rey me convertí
"¡Ay
mísero de mí! ¡Y ay infelice!
(...)
Que
delito cometí
contra
vosotros naciendo;
aunque
si nací, ya entiendo
qué
delito he cometido.
(...)
Pues
el delito mayor
del
hombre es haber nacido."[1]
Arevalokelvin (2016). Rosaura [Ilustración]. Recuperado de https://www.emaze.com/@AZLIILIO/La-vida-es-sue%C3%B1o |
Segismundo es mi nombre
y príncipe nací,
pero yo no lo sabía.
Mis primeros recuerdos son oscuridad
dentro de una torre en plena soledad;
mi única comunicación con el mundo externo
era Clotaldo, mi guardián y maestro,
nunca creí que saldría de ese lugar
hasta que un día a Rosaura vi llegar.
Al despertar me estaba quejando
hasta que repentinamente oí una voz
hablando,
pidiendo piedad dos hombres se acercaron a
mí,
pero cuando decidí tenerles compasión
llegó Clotaldo quien los arrestó.
Posteriormente, mientras la luna salía al
acecho
me dormí profundamente
dejando
que los sueños se hicieran hechos.
Al despertar no podía creer lo que veía,
en la mugrienta torre ya no estaba
sino que en un palacio que resplandecía,
¿realidad o sueño? ¿Dónde me hallaba?;
se
me acercó Clotaldo sumisamente
y con un respeto nunca presente,
me dijo:
“Vuestra Alteza, gran señor,
me
dé su mano a besar;
(…), porque has, señor,
de
saber que eres príncipe heredero de Polonia.”[2],
en ese momento comprendí
que quiso decir,
yo nunca fui un prisionero
sino rey de este país.
Ahí conocí a Astolfo y Estrella
quienes mis primos eran;
Astolfo demasiado no me agradó
ya que al presentarse solo presumió,
irritado hacia él me dirigí
y verbalmente lo agredí.
Por otro lado Estrella
era muy amable y bella,
lamentablemente la prometida de Astolfo
era
y distancia debía mantener con ella,
pero como se supone que esto es un sueño
no me importó que tuviera dueño.
Entre el coqueteo y enfado se acerca un
criado
que me regaña por la actitud tirana que he
tomado,
por su insolencia lo tomé
y del balcón lo arrojé.
Después llegó Rosaura y su rostro me
sedujo
por ello con violencia quise tomarla,
pero Clotaldo me detuvo.
En eso llega mi padre, el Rey Basilio,
de quien estas palabras cito:
“Bárbaro
eres y atrevido;
cumplió
su palabra el cielo;
(…)
mira
bien lo que te advierto:
que
seas humilde y blando,
porque
quizá estás soñando,…”[3]
Al final del día me fui a dormir
y al despertar vi que era un sueño lo que
viví,
rato después a un montón de gente comencé
a escuchar
que pedía a Segismundo liberar.
Al levantarme pregunté lo que pasaba
y todos me dijeron que como rey me
deseaban.
Me liberaron y a recuperar el trono fuimos
pero como mi padre se oponía una lucha
tuvimos.
Basilio se rindió
por lo que mi victoria sucedió,
ya que no quería que se cumpliera la
profecía,
le perdoné la vida y decidí que un rey
ejemplar sería.
A pesar de que deseaba a Rosaura
ella su honor debía recuperar,
y ya que lucho a mi lado, en esto la debía
apoyar
por lo que su matrimonio con Astolfo yo
decidí aprobar.
A pesar de que esto un sueño puede ser,
que mejor forma hay de vivir
si la vida un sueño es.
Segismundo, encarcelarte no lo hice porque quisiera, de hecho ha sido una de las cosas más difíciles que he tenido que hacer y tomando en cuenta que luego de tu nacimiento y muerte de tu madre lo único en lo que pensaba era en el sueño que había tenido, más bien la visión de como sería tu destino, no podía correr el riesgo esperando a ver si se cumplía o no, así que tome las medidas que fueran necesarias.
ResponderEliminar¡Por su puesto! ¡Cómo no! Y decidiste que esa medida fuera aprisionar en una oscura torre a TÚ PROPIO HIJO desde su nacimiento, durante años encerrado con la compañía de una sola persona, condenándole a estar alejado del mundo exterior, sin explicación alguna durante toda su vida.
ResponderEliminarSí, lo sé, hijo mío, lo lamento, pero como debes saber uno como rey hace lo que sea lo correcto para el pueblo, que fue lo que pensé en ese momento, pero luego por el dolor y la culpa decidí darte una oportunidad, para que así demostraras que un buen rey podías ser, pero no lo hiciste.
ResponderEliminarTienes razón padre, de hecho creo que no aproveché bien esa oportunidad. Por suerte el pueblo llegó a ayudar; la verdad todo se los debo a ellos; si ellos no me hubieran liberado de de la torre, hoy rey de Polonia no sería.
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